LOS BORDES SEMIÓTICOS ACERCA DE UNA METASEMIÓTICA DEL CAMBIO:
UNA RENOVADA LECTURA/PROPUESTA SOBRE LOS PROCESOS DE INTERVENCIÓN EN ORGANIZACIONES.
Lic. Juan Manuel Vaioli
Cátedra de Semiótica
Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Universidad Nacional de la Plata (Argentina)
fvaioli@fibertel.com.ar
I_ a)
El objetivo de este escrito parece muy complejo ante la extensión del precedente título, pero, en verdad, es mucho muy sencillo de lo que resulta la gran expresión que encabeza la presentación. Lo que aquí se procura no es otra cosa que proponer una comprensión de los procesos de planificación organizacional como una formulación metasemiótica en términos de transformación, que permite, es decir, nos da la oportunidad de encontrar un lugar privilegiado para el análisis y estudio de lo que es propio de la semiótica.
En este sentido se debe expresar que todo texto (desde un sentido laxo y no desde el específico que se le propone a partir de la semiótica cognitiva que guía la confección de esta disertación) que versa sobre el tema de la planificación implica, al momento de describirlo, la utilización del término intervención y transformación. En efecto, ya desde la naturaleza creacional (si se me permite la expresión) de la mencionada tarea se deja en claro que la misma se trata sobre un tipo de intervención que se dirige a la transformación. Por lo tanto, hablar de planificación, nos refiere necesariamente a un marco teórico, conceptual y metodológicamente operativo que manifiesta la(s) asignación(es) de significado(s) a determinado(s) fenómeno(s), a partir de determinada(s) enunciaciación(es), que poseen la inscripción a determinado grupo social, de acuerdo a determinado tiempo histórico. Entonces, según lo explícito se es capaz, mediante el escrutinio de estos procesos, de hallar un modo de explicación específico y preferencial, de cómo se da la transformación, justamente al asentarse en un por qué, que se halla en la producción e interpretación de cierta realidad-enunciado (entendiendo que ésta sólo existe en tanto sea percibida y dicha por alguien, asignándole ciertos significados, desde cierta perspectiva, sostenido por cierta pertenencia social, en cierto momento histórico).
En otras palabras, la mecánica semiótica está expuesta de manera ideal en los procesos de planificación, con especial énfasis en los estadios de transformación de una realidad-enunciado, de acuerdo al modo en que es puesta en expresión, en tanto exposición de ciertos modos de percepción. Debido a esto se comprende que a través de una pesquisa pormenorazida de los procesos nombrados se alcanza un conocimiento particularizado de los modos en que se da y manifiesta dicho estadio transformador. Esta interpretación de los procesos de planificación como espacio preferencial para el estudio de la producción, interpretación, y, especialmente, transformación semiótica, implica, incluye, entender que éstos permiten acceder, de un modo más ordenado, a aquello que ocurre socialmente de modo intuitivo, diseminado y múltiple en la sociedad. He aquí, entonces, la hipótesis de esta propuesta para el presente trabajo, relacionada preferentemente con el estudio de la facultad semiótica humana y su desarrollo.
De acuerdo a lo expresado, puede observarse la coincidencia de este planteo con lo propuesto por el Prof. Juan Magariños, quien en su texto, la semiótica de los bordes, define a ésta, desde el punto de vista lógico, como aquella disciplina que, “tiene que poder explicar, siempre en el sistema de la racionalidad vigente en determinado momento de determinada sociedad, cómo se producen, se interpretan y se transforman, en ese momento y lugar, los significados, para, así, poder llegar a explicar adecuadamente (o sea: según la racionalidad del momento histórico y de la comunidad en el que formula sus enunciados y dando cuenta eficaz del fenómeno que está en condiciones cognitivas de percibir) por qué a determinados fenómenos se los percibe como portadores de determinados significados posibles” (Magariños, 2007).
Asimismo, en este espacio también entiendo, como lo hace Magariños, que, lo fundamental de este proceso es el espacio de la transformación, puesto que, “el significado que, en determinado momento de determinada sociedad, permite percibir la existencia de un determinado fenómeno, es un estado de tránsito, que se hizo posible por haber existido un antes, desde el cual el significado que en él tenía ese fenómeno, contenía también, en sus bordes, la posibilidad de que se formulara el que tiene ahora” (Magariños, 2007).
I_ b)
Siguiendo este encuadre, y puesto que, muchas veces, los procesos de planificación suelen llevar disímiles nomenclaturas (planeamiento, plan de negocios, proyecto de Inversión, y el no menos paradójico establecimiento de los procesos de planificación de nombrar el estadio de praxis de éste, con el mismo término con el que se hace referencia al proceso) pero, sin embargo, no abandonan su condición de ser, o mejor dicho, por lo anteriormente explicado, su encarnación como proceso de intervención destinado a la transformación, de ahora en más me referiré todo el tiempo a la intervención, para no cerrar el campo de lo que me propongo indagar en estas líneas, por algún tipo de obstrucción y/o confusión de aplicación terminológica.
Más allá de esta explicación ya dada hace falta circunscribir un poco más la instancia en estudio, para llegar a un claro acuerdo sobre lo que se está tratando. Así se puede precisar que una Intervención, por lo menos en el sentido que le aplicaremos, y por lo tanto, aquel objeto sobre lo que recaerá los conceptos que se trabajarán, es aquella que resulta de la aplicación de cierta racionalidad o economía de acciones, que bajo cierta coherencia, jerarquización, dirección y gobierno (de objetos y comportamientos de sujetos), se propone alcanzar una transformación en el devenir de la vida institucional de las organizaciones.
Asimismo, de la presente definición se desprenden algunos elementos a tener en cuenta: a) que hablar de racionalidad o economía de acciones implica necesariamente referirse a relaciones o ejercicios de poder, que son aquellas/os que b) mediante una estrategia buscan, introducir coherencia, jerarquización, dirección y gobierno (pensadas estos como métodos para que ciertas acciones puedan estructurar el campo de otras acciones) sobre objetos y comportamientos de sujetos, con lo cual c) se pretende alcanzar una transformación, emprendiendo entonces un proceso metabólico en el que una forma-significada en función significante X agotada, resulta, en una forma-significada en función significante Y eficaz, para d) canalizar, o mejor dicho, darle cierta clase de entidad al devenir ininterrumpido de una organización, esto es, generar, a través del estadio de transformación, una semiosis disponible y reconocida como eficaz para explicar una realidad-enunciado dada (en tanto ya expresada) y proyectar una nueva realidad -enunciado satisfactoria (en tanto nuevas posibilidades de expresión).
A su vez de esto también se desprende que si bien aquí se plantea el término organizaciones más cerca de lo institucional, propio de sectores gubernamentales, privados y ONG’s, sin embargo, a pesar de versar más sobre esta perspectiva, lo que permite la empatía entre los procesos de intervención y lo que sucede en la sociedad, en los modos ya explicitados, indica que comprendo una organización, como lo hacen Maturana y Varela, esto es, como un conjunto de seres, humanos en este caso, que se establecen y reconocen a partir de ciertos modos de valorización y normalización que los constituyen, integran, cohesionan, organizan, establecen y gobiernan, dándole a su entorno significados que lo convierten en el mundo que les es propio, diferencial e identificatorio.
Aquí surge un par que cobra referencia y relevancia con el de realidad-enunciado. El entorno - mundo. En este sentido, Varela, en este caso, es quien retoma la precisión, para iluminar la concepción que permite pensar la realidad como ese entorno entrópico en el cual las cosas no son diferenciales ni identificables, y sólo a través de asignarle significados, de particularizar ese entorno caótico, extraño, regular, en segmentos independientes, al enunciar en definitiva esa realidad-entorno, se concreta ese enunciado-mundo, que es, a la vez, la propuesta que llega ante todo proceso de intervención.
De igual modo, el proceso de transformación descripto se concretiza en la fórmula forma-significada en función significante X agotada, resulta, en una forma-significada en función significante Y eficaz, no se aleja de la formulación percepción-texto-discurso, sino que, más bien, representa una forma más fiel de expresar lo metabólico de los modos en los que se produce la transformación que propongo. Así, mediante un proceso inherentemente creacional, una forma-significada, que lo es desde el momento que se enuncia, que trabaja en función significante, desde el momento que es percibida, y a través de la constricción de ciertos significados y sentidos para que sea comprendida (y en lo posible aceptada) según fue enunciada, propone las instancias en la que las semiosis disponibles, durante el transcurso de su vigencia, son impelidas por fuerzas catabólicas (*ver anexo conceptual) que degradan su eficacia explicativa, agotando su capacidad para conferir entidad e identidad a un fenómeno o a un concepto mundo (dicho de otro modo, ya no son creíbles para hablar de los fenómenos y del mundo que integran), liberando a su vez ciertas partículas de significado y significación que actúan de base y suministro para la construcción y emergencia anabólica de una nueva forma-significada en función significante con capacidad para conferir entidad e identidad a un fenómeno o a un concepto mundo (dicho de otro modo, es una forma poseedora de credibilidad para hablar de los fenómenos y del mundo que integran). Entonces, a partir del proceso explicado, con la consecuente emergencia de nuevas formas, que construyen nuevos significados y significaciones, aparecen las semiosis que configurarán, enunciarán y ordenarán el pensamiento en torno al mundo y sus fenómenos hasta que nuevamente surja un nuevo trato transformador metabólico.
Insisto, no se trata aquí de un discurso naturalista, biologicista, ni del planteo una superación del triduo percepción-texto-discurso, pues es, indudablemente, un explicación leal (y se prefiere metafórica, para su mejor asimilación), de los modos en que se puede comprender una, parafraseando a Michel Foucault, microfísica de los procesos de transformación, esto es, de aquellos que dan lugar a la aparición de nuevos significados y significaciones.
II
Teniendo en cuenta lo anteriormente analizado se hace menester leer a la luz de la disciplina semiótica, los modelos y las concepciones que existen sobre la intervención organizacional. Entendiendo, entonces, a la semiótica como metodología para el cambio iremos viendo como se ha construido teórica y metodológicamente como herramienta los procesos de intervención, para, deteniéndonos en sus transformaciones, alcanzar, finalmente una propuesta de intervención organizacional con metodología semiótica.
El primero de ellos es la intervención normativa. Sus pilares teóricos y metodológicos entienden la aplicación de un criterio de verdad objetiva, basada en el conocimiento científico positivista, que pretendía descubrir las leyes objetivas que rigen el fenómeno de estudio. Se trata de una mirada tecnócrata que sólo tiene en cuenta a los actores político-jerárquicos como los únicos legitimados para enunciar al mundo, y subestima a cualquier otro actor que participe del mismo entorno y se encuentre capacitado para nomenclaturizar al mismo.
De igual modo, no tiene en cuenta posibles oposiciones al proyecto, y, bajo la aplicación de un método economicista-racionalista, plagado de criterios mensurables, pretende una aceptación universal de lo que propone, entendiendo que lo que se realiza mediante esta clase de intervención es la aplicación de soluciones objetivas, que a prioiri poseen la solución, al reconocer las leyes causales que explican los movimientos del o de los fenómeno implicados en la intervención. Por esta misma causa ésta se halla sobrepreocupada por el cumplimiento de los procesos pautados en la intervención, radicando en este cumplimiento el potencial transformador.
Por su parte, como proceso sustituyente, en cuanto nueva forma significada en función significante, que se asienta sobre los espacios agotados de su predecesor, aparece la Intervención Estratégica. Sus puntos de inflexión surgen de subvertir, en algunos casos, y revertir, en otros, los lineamientos centrales de Intervención Normativa, que se habían agotado como forma-herramienta con validez y eficacia intervencional. De este modo, esta corriente admite que hay más de una explicación verdadera del o de los fenómenos involucrados en la intervención, por lo cual, acepta que hay explicaciones situacionales que dependen de la dispersión de los sujetos, esto es, de los lugares que ocupan en el sistema. Por esto mismo, entiende que debe comprender como válido todas las enunciaciones que surgen como explicación de lo que sucede en la organización, y no subestimar las semiosis expositivas que proviene de los espacios no jerárquicos. Asimismo, relativiza el valor absoluto del saber científico, aunque lo considera preponderante frente a otros conocimientos dentro de la organización. A su vez reconoce que los objetivos programados en la intervención responden a quien gobierna, renunciando por lo tanto a creerlos objetivos, y abandona así su postura tecnócrata para asumirse un tecnopolítico, que comprende su mediación en el proceso de intervención, el cual siempre es conflictivo y plantea una pugna de visiones e intereses.
De igual modo entiende que su posición es central en la intervención, pero subordinado al gobierno político. Por último vale manifestar que este tipo de intervención se trabaja desde una mirada interdisciplinaria, construida desde la complementariedad de conocimientos, y que se aplica contemplando el valor táctico-operacional de la intervención, esto es, la eficacia de la operaciones pautadas para producir transformación en la organización, evaluando el impacto de estos más allá del cumplimiento de todos y cada uno de los procesos establecidos.
En tercer lugar encontramos a la Intervención Diagnóstica, que se puede entender como una versión más bien de “reajuste” de concepción, pues resulta de una particular revisión de la Intervención estratégica. La propuesta diagnóstica, de esta manera, expone que la verdad está en las relaciones mismas, y que el saber científico lejos de ser omnipotente o preponderante, es un conocimiento más en un conjunto de saberes necesarios para intervenir, por lo cual, por si mismo, no garantiza el éxito del trabajo que se emprende. Por esta misma causa, el conocimiento científico se pone al servicio de la articulación de las diferentes percepciones, saberes y enunciaciones que tienen lugar en la organización, de los diferentes grupos que en ella conviven y de lo que estos construyen acerca de la misma.
En este mismo sentido, este modelo de intervención precisa que el abordaje en el terreno se hace a través de una mirada transdisciplinar, que requiere el manejo teórico y metodológico de las disciplinas con la que se construye saber. Además, esta postura entiende como necesario la evaluación permanente de los impactos y procesos que se dan a lo largo de la intervención, y posee o adopta un criterio de acción flexible, para contener el devenir caótico e imprevisto de la realidad (que según lo propuesto aquí la hemos referido como entorno). Finalmente, desde este método de abordaje se contempla que la intervención es la oportunidad para desarrollar un proceso pedagógico capaz de emancipar a los sujetos integrantes de una organización, a través del desarrollo capacidades individuales y grupales de los mismos, implicando así un proyecto participativo e integrador.
Con los elementos mencionados aquí estamos entonces capacitados para analizar estos modelos, de acuerdo a sus componentes, reajustes y transformaciones, en clave, se entiende, de la mirada semiótica que este trabajo posee.
Para comenzar este recorrido es pertinente explicitar la primera de nuestras diferenciaciones que no se restringe a una de estas herramientas de acción, ni a distinciones entre ellas, sino un elemento común que discurre entre los tres procesos considerados. Tanto en la intervención normativa, así como en la estratégica, y en la diagnóstica tiene lugar una conceptualización de la realidad como una entidad dada, un existente per se, positivo, aunque en el caso de los dos últimos se entiende que la verdad es una cuestión de la producción de los sujetos que la enuncian y desde qué espacios la plantean. Sin embargo ello no significa que no la comprendan como algo que está allí, existiendo, capaz de ser percibida ónticamente. Insisto. Es claro que en la propuesta normativa se prosigue el descubrimiento, la revelación de la realidad objetiva; no obstante, las otras dos mecánicas la entienden como un existente sobre el que se forman diferentes puntos de vista o pujas de poder y resistencias y de allí la diferenciación. Hay hechos y sobre ellos, perspectivas y pujas que intentan significarlos. Este es el discernimiento que impera.
Sin embargo, aunque esto se halla cercano a lo que se plantea aquí, hace falta un giro más profundo. Lo que subyace en este planteo es que no hay hechos, ni fenómenos que los contengan, ni realidad que los agrupe en tanto, justamente, son hechos, son creados. Todo acto enunciativo encierra, mejor dicho, posee una potencia creadora, que se ejerce al momento de designar algo, construirlo, darle características, singularidades, en otras palabras, en el instante en que se diferencia a ese algo de otra casa. Recién en esa instancia las cosas existen. Y aunque se crea que las cosas, en este caso la realidad, existe independientemente de quien la construya, ella resulta imperceptible para la raza humana, y sólo es inteligible al momento de que un humano se la comunica a otro, por lo tanto, la nombra, construye y deferencia. En sí, no existe más realidad que aquella que los hombres constituyan, signifiquen y validen colectivamente, de acuerdo a cierto momento histórico (teniendo en cuanta en esta construcción, claro está, los acuerdos, las desavenencias, las imposiciones, las pujas, los choques, las luchas de poder, etc).
Siguiendo adelante con el presente análisis podemos decir que el modo de Intervención Normativa propone una construcción unidimensional y unidireccional acerca de la enunciación y construcción de la realidad – mundo, que, como se dijo, desde esta perspectiva normativa, se entiende como una misma cosa. Desde esta concepción no se tiene en cuenta las elaboraciones del mundo que hacen todos los sujetos que integran la organización, y mucho menos la de aquellos que la construyen desde afuera de la misma, entonces se empobrece la intervención al coercionar la dirección de la intervención de acuerdo a una mirada, y encerrar ésta, conforme a una construcción de mundo posible, es decir, aquel de quien la ejerce y/o aplica los lineamientos jerárquicos. Asimismo se privilegia una clase de lenguaje simbólico, el del universo numérico mensurable, que marca la preeminencia de resultados y quita la observación de las construcciones de significado y significación que los pueden hacer posible. En otras palabras se desconoce que una específica semiosis no alcanza para abordar un fenómeno ni para explicar todo lo referente a él, ni siquiera en gran parte, y que sólo de la conjunción de dos o más se puede pensar en un análisis y una práctica intervencional que consiga la transformación que persigue. A su vez, toda pretensión cientificista de la Intervención es un síntoma del mismo problema.
Desde este enfoque, entonces, la transformación es casi nula, porque no atiende al modo en el cual se desarrolla la misma. Como ya se ha dicho, todo proceso de transformación se inicia con el agotamiento de ciertos significados y significaciones que no alcanzan para explicar el mundo que se construye, esto es, no son creíbles ni suficientes las formas con la que se lo diferencia e identifica. Allí surge la contradicción o crisis de ciertas formas. Las nuevas asignaciones de significación que nutren las nuevas semiosis con las que se construye el mundo están inscriptas, incipientes, en las formas viejas, ya agotadas. Parafraseando a Magariños, en los bordes, los límites, en las fronteras de las formas antiguas están embrionarias, las posibilidades nuevas de diferenciación e identificación del mundo. De allí la riqueza que se debe atender de la liberación de ciertos elementos en los procesos catafórico, para que el anafórico se pueda construir a raíz de las posibilidades que el primero abre. De acuerdo a esto, la intervención normativa no sólo no re-construye adecuadamente la(s) forma(s) agotada(s), sino que incluso, al no respetar ni buscar en sus bordes las posibles nuevas asignaciones superadoras, y, por lo tanto, transformadoras, termina por imponer una nueva forma desvinculada, parcial o totalmente (según el mayor o menor tino a la hora de significar el mundo en el que está actuando quien interviene) con los mundos construidos y en pugna en una organización, por lo tanto, de base, el proyecto está casi destinado al fracaso (el casi se destina a que, quizás, ciertas cuestiones de gobierno de una organización, hagan viable lo que desde esta perspectiva se proyecte).
De acuerdo a lo que he enunciado, la Intervención estratégica aparece como un juego de pares opuestos con la Normativa, aunque posee, como se ha señalado, elementos que abren a una mirada o propuesta superadora. Abarcando su análisis, ya no tanto su tipificación que ya hemos desarrollado, es preciso exponer que si bien reconoce el valor de las construcciones de significado y significación que se hacen desde todos los sectores de la organización, y lo relativo de su identificación científica en torno a la enunciación del mundo institucional y sus formas agotadas, con respecto a la intervención, su pretensión de ser una semiosis explicativa preponderante a la hora de diagnosticar y proyectar sobre el/los mundo(s) vigente(s) y/o agotado(s) en la organización (que ancla perfectamente con la interdisciplinariedad que propone), termina reduciendo, aunque con muchas menos severidad en el plano Normativo, su observación y modo de Intervención, aunque por la preocupación de esta propuesta por el impacto de lo proyectado, terminan corrigiendo las elaboraciones que no se corresponde con el/los mundo(s) que conviven y pugnan dentro de la organización.
De este modo, la transformación que se encarna la Intervención estratégica se hace más viable y exitosa, básicamente porque su preocupación por el impacto vuelve recursivo el desarrollo evaluativo y proyectado como acción tendiente a la transformación. Así, atiende, o cuando menos, toma en cuenta, a uno de los problemas centrales de toda intervención, que es el trabajo transformador a raíz de la correcta identificación de los modos en que se producen e interpretan los fenómenos que ocurren en una organización, que surgen de los distintos grupos que integran la misma. De cualquier manera trabajar sobre el impacto implica un desarrollo sobre una acción ya realizada, y lo que se reorganiza es más una reacción de acuerdo al plan que se ha practicado, que la operación sobre las construcciones posibles de los sujetos que integran una organización (incluso de aquellos que desde el exterior la configuran). Pero esto lo dejaremos latente por ahora y lo retomaremos más adelante, al momento de llevar a cabo la propuesta teórico metodológica, de un tipo de Intervención semiótica en las organizaciones.
En cuanto a la Intervención diagnóstica queda mencionar que es una suerte de mejoramiento de la anterior, pero sin horizonte de presentarse como una superación, como sí sucede con varios aspectos de la propuesta estratégica respecto de la normativa. En lo general, la Intervención diagnóstica comparte lo teórico metodológico de la Estratégica, con los reajustes necesarios para considerarla, semióticamente, otro tipo de identidad de proyecto de intervención. Sus reacomodamientos pasan más por una decisión político-pedagógica, pues se basan en considerar que todas las semiosis explicativas que aparecen en la intervención, tanto de las jerarquías, como los subalternos, como los propios encargados de la intervención, poseen igual valor para la identificación del mundo que cada grupo forma de la organización, y, por lo tanto, para el modo de trabajo hacia la transformación.
Ese clase de pocisionamiento, implica además, una intervención que entienda, como lo hace la Estratégica, que siempre habrá oposiciones a los procesos de intervención y que ésta depende del modo en que cada grupo actuante en ella, produce e interpreta a ese entorno que hace mundo. De aquí, entonces, lo imperioso en este tipo de Intervención por construir saber mediante una práctica transdiciplinaria, y entender una evaluación constante de impactos y procesos para reintegrar, pero dentro de la lógica de los procesos ya pautados (más como guía que como estructura) aquellos nuevos significados y significaciones que surgan de los procesos catafóricos y anafóricos que actúan sobre estos al desarrollarse concretamente la intervención.
Así también se comprende que la transformación en esta intervención se concreta a través de un proyecto participativo, integrador, que hace concluir a todos en una visión, entendimiento y conceptualización de un mundo posible negociado, entre todos los integrantes de la organización, que por, justamente, esta pretensión de lograr transformación entre todos, auspicia, como resultante operacional, que lo grupos integrantes de ésta, aprehendan la aotupoiesis, en términos de Matura y Varela, es decir, la autoorganización. Sin embargo, aún con el trabajo del acuerdo político y el desarrollo endógeno de los grupos que conviven en una organización, se descuida, o se recae, en el acuerdo como algo más o menos estable y no se tiene en cuenta sus propias transformaciones y futuras oposiciones y diferenciaciones, además de que, en la mayoría de las oportunidades, se fuerza dicho acuerdo político, sobre la base de lo que le ha parecido al interventor, cuales son los problemas de la organización.
Frente a lo expuesto, a continuación propongo una construcción teórico metodológica sobre operaciones semióticas para abordar una Intervención en organizaciones, que como dije, no es sólo para aplicar en instituciones, aunque se base en lo que en ellas es posible hacer en términos de la tarea que se especifica, sino, y tanto más, porque pretende esclarecer este abordaje, que se expone punta inicial (dejando abierto esta perspectiva a otros tipos de construcciones y aportes), para el trabajo en lo organizacional, que según ya lo hemos definido, no es otra cosa que el análisis y desarrollo de discursos dentro de los diversos grupos sociales, es decir, de su comportamiento general.
III
Entonces, el punto de inflexión que surge en este desarrollo es aquel que propone o nos refiere a la posibilidad de que los procesos de intervención nos permiten un estudio privilegiado de los procesos de producción, interpretación y, en especial, transformación de los fenómenos sociales. ¿Dónde se halla el asidero para esta aproximación?, y avanzando un poco más en esta proposición ¿cómo es posible abarcarla para, desde la semiótica como disciplina, formular una propuesta de intervención?
Como entiendo que no se puede disociar una postura teórica (el estudio de la facultad semiótica y de los significados que su aplicación produce, interpreta y transforma) de las metodologías de acción que se ejercen para un análisis (esto es, la aplicación de métodos metasemióticos para el abordaje y estudio de los fenómenos sociales, y los modos de construcción que de ellos hacen los grupos sociales) es que abarcaremos el aporte más específico de este trabajo desde el mismo punto, es decir, al ir diseñando la propuesta semiótica de intervención iremos observando como aparece en el mismo, la facultad semiótica humana en esta clase de procesos.
La respuesta al interrogatorio precedente emerge pues de comprender que los desarrollos de intervención son una pequeña muestra social de aquellos elementos que la semiótica, como disciplina, asume como necesarios para plantear un análisis. Aquí radica la iniciativa para pensar que la facultad semiótica está presente en estos espacios para ser estudiada especialmente, según sus modos de devenir. Ya se dijo más arriba algunas cuestiones sobre los elementos mocionados, pero resulta imprescindible para avanzar en lo que pretende esta presentación, explayar la articulación de instancias sociales intuitivas que se estructuran en un proceso intervencional.
Inicialmente, al comenzar en una organización la intervención ocurren dos formaciones: una de potencia creacional, que no es otra cosa que la fuerza dinámica propia de las relaciones sociales y los entrecruzamientos jerárquico-reglamentarios de la organización, y otra de potencia ordenadora, es decir, la fuerza organizativa propia de todos los planes intervencionales, que intenta estructurar los procesos internos, para darle un cause a las relaciones y entrecruzamientos institucionales, con el fin de orientar la transformación que se busca con la misma. Entre el choque o encuentro de estas fuerzas es de donde parte toda intervención, lo cual es necesario tener en cuenta porque es causa del rumbo, alcance y el éxito de la intervención. Es claro, a su vez, que en esto siempre hay un correlato de potencia creacional, que no es otro que aquel que viene desarrollado por los sujetos que no pertenecen a la organización, y que ellos también la construyen, y, dependiendo del caso, también habría que observarlo, como lo veremos más adelante.
La potencia creacional coincide entonces con lo social intuitivo de la facultad semiótica, como expresión de los aspectos relacionales de intercambio que promueven la generación de significados y significaciones sociales. Lo cuales parten de un rango de libertad condicionada, dado que toda etapa histórica de una sociedad permite producir un cierto número de significados y significaciones y no otros. Esta afirmación parte, asimismo, de entender que las posibilidades de generación y asignación de significados y significación, en sí, de semiosis diferenciales, identificatorias y explicativas de los fenómenos sociales, están reguladas por el punto de desarrollo de una sociedad en un momento determinado de la historia y las relaciones de fuerza, esto es, de poder que en ella se cobijan. De estos procesos que se dan en conjunto y atraviesan la sociedad toda, surgen dichas semiosis diferenciales, identificatorias y explicativas, a raíz de la lógica metabólica ya explicada y su consecuente desarrollo, mediante los pares afirmación - aceptación o rechazo, que da lugar a la producción - cataforesis – anaforesis que generan los significados y las significaciones sociales. La formación de potencia ordenadora le brinda ciertos modos de organización a la potencia creadora, de modo tal que permite abarcarla de un modo específico. Si bien esto no es otra cosa que la aplicación teórico-metodológica incluida en toda investigación de sesgo semiótico, lo que la hace particular, y por lo que hemos dicho aquí, representante de una forma privilegiada para entender, analizar y desarrollar, un estudio de la facultar semiótica y de la aplicación de la metodología de esta corriente, es el recorte concreto, claro y bien diferenciado, en cuanto espacio y sectores sociales que la componen, propio de la dinámica constitutiva de una institución.
Entonces, como se dijo, esta diferenciación de potencias debe ser tenida en cuenta porque es allí, justamente, donde la capacidad del trabajo semiológico cobra mayor sentido de aplicación. Para establecer una mejor relación entre lo teórico que expongo y la empiria de estas situaciones intervencionales, desarrollaremos la parte final del trabajo mediante dos ejemplos.
III a)
En primer lugar abordaremos lo empírico sobre el supuesto de una organización que debe, quiere o necesita realizar una modificación en su argumento - marca diferencial e identificatoria. Se sabe que las tres conjugaciones verbales no responden a las mismas pretensiones, pero aquí, por un criterio de síntesis exponencial, los abarcaremos como simétricos.
Así, en este contexto, tenemos una organización que produce e interpreta un entorno social que vuelve, hace, crea en mundo, para desarrollar nuevas formas-significadas en función significante (que a partir de ahora sintetizaremos como formas significantes), que la posicionen en el conocimiento, aceptación y/o predilección social, dependiendo de los fines de la misma. Como todo productor, intenta constreñir las formas para que se lo entienda tal cual como éste pretende, pero, se sabe, esto es imposible, pues se conoce, y aquí una de las primeras consideraciones sobre lo intuitivo social, que toda interpretación ya es un principio de transformación, al momento en que un intérprete hace propio un enunciado, y por lo tanto, lo conjuga con aquellos que ya conoce.
En este sentido, las pretensiones, surjan de donde surjan, y los valores que se quiere comunicar con un argumento - marca se enfrentan a aquello que produce e interpreta la comunidad en la que se pretende insertar la construcciones discursivas del argumento - marca. En estas circunstancias, como ya se ha dicho, la semiótica como disciplina debe trabajar sobre la formas agotas, para realizar una transformación, pues, de lo contrario, si proyecta una transformación desde las formas que continúan vigentes, o se enfrentará a un rechazo de su argumento - marca y sus propuestas valorativas, o, en el mejor de los casos, sólo sostendrá lo que ya existe, sin posibilidad de transformación directa y, sin, por consiguiente, producir diferencia con lo anterior, en sí, generar novedades identitarias, dar lugar a la historia, hacer propio aquello que se deja de ser, para ser otra cosa, dado que, si se quiere, debe o necesita cambiar un argumento - marca es una necesidad de transformación de algo que efectivamente está agotado y ya no es efectivo, no es creíble para dar y otorgarse identidad en el mundo.
Casos en los que podemos hallar lo que aquí se explicita en la materialidad
Nacional argentina, están en los sectores de la telefonía y el energético. Hace ya más de diez años la constitución y aceptación de la marca de las empresas de telefonía que obtuvieron la concesión de los servicios de dicho campo en argentina se realizó sin problemas (si bien esto sucedió mayormente en los espacios de privatización, tomamos este sector como un referente ejemplar). Telefónica y Telecom ingresaron sin inconvenientes en lo pensable y en los discursos de aquellos a quienes se dirigían. Esto fue posible puesto que, en los destinatarios del servicio de telefonía estaba agotada, catafóricamente, la forma que exponía al Estado como un eficiente y eficaz prestador de servicios telefónicos. La antecesora de las consignatarias española y francesa, la empresa estatal ENTEL, en su pobre desarrollo, construyó una semiosis que vinculaba al estado como un mal prestador de dicho servicio. Lo que el desgaste de esta forma dejaba liberado en su cataforesis era la necesidad del teléfono (fijo), como herramienta de comunicación. Allí estaba la génesis de la forma nueva y eficaz, la viable. En el aservo-memoria cultural de semiosis explicativas se agotó la expresión Estado prestador eficiente y eficaz, pero en sus bordes, en la necesidad y deseo de poseer teléfono (fijo) se abrigaba el nacimiento y aceptación de la forma prestación privatizada. A pesar del mercado cautivo que generó y la correspondiente fuga del capital a sus casas centrales fuera del país, las empresas recibieron un apoyo sin sobresaltos, cuando menos, en sus comienzos. Esto demuestra, desde el punto de vista socio-cultural, que no era una cuestión de posición política, la aceptación de las consignatarias y el desarrollo de sus argumentos - marcas, sino más bien, el agotamiento de una forma significante, que era sustituida por otra más creíble.
El caso inverso, y aquel que diferencialmente nos permite realizar este destacado, es el de Reposol – YPF. La empresa Española que compró este espacio del sector energético argentino lo hizo sobre una base social que valoraba como eficiente y eficaz en su actividad a esta empresa nacional. Eso causó que el argumento - marca nunca pudiera ser totalmente aceptado y sustituir a su antecesora, a tal punto que, actualmente, la empresa se comunica más como YPF que como Repsol. Si bien la empresa fue privatizada con argumentos económicos, y sin oposición política de las grandes masas, lo que denuncia su valor social es que el argumento - marca estaba vigente en el aservo-memoria cultural con una estimación positiva, esto es, su forma no estaba deteriorada.
Por lo tanto, segunda consideración de lo intuitivo social, un argumento - marca no debe pensarse sólo de lo que intenta valorar (cómo sucede cuando se construye una marca desde los tipos de intervención que hemos analizado más arriba) con sus semiosis del mundo que pretende generar, sino, y con el mismo o mayor esfuerzo, desde aquello que ya está agotado, trabajando desde los bordes anafóricos que permiten nuevas consideraciones posiblemente válidas, es decir, creíbles en el contexto cultural en el cual se sitúa. Así un argumento - marca se construye y constituye sí y sólo sí, se le otorga una identidad a partir de aquello que diferencialmente expresan los sectores a los que se dirige (y, consecuentemente, como otro discurso diferenciado de sus posibles alternativas, formas significantes que combaten, se oponen o comparten, valores discursivos, con el argumento – marca que se pretende construir e instituir), pero no desde la mera empatía de lo que estos buscan (cuestión heteróclita si las hay), sino desde la formas agotadas que ya no son aceptadas, esto es, sencillamente, que ya no son pensables como válidas, probables, creíbles.
Es decir, sólo desde aquello que está en los bordes y aún subsiste como pensable válido, creíble, es que puede producirse significación transformadora. Allí las herramientas teórico-metodológicas, de la semiótica como disciplina, deben actuar para localizar y explicar, mediante mapas contextuales que ubiquen las significaciones vigentes, cuales son las formas efectivamente agotadas y qué persiste de ellas, desde los bordes de las mismas, desde aquellos elementos que han sobrevivido o han sido la causa, como germen del cataforismo degenerativo de la formas ya no válidas, ya no creíbles. Sólo desde dicha localización (de cuáles formas están agotadas) y explicación (porqué lo están), se puede construir nuevas semiosis diferenciales e identificatorias, que genere sustitución y superación en términos de argumento - marca, en términos de su(s) novedad(es), en términos de superación histórica de una propuesta perceptual.
De lo contrario, como se dijo, sólo tendremos un refuerzo de lo ya existente, no nuevas formas, sino las agotadas, menos o poco creíbles, vueltas a pronunciar, o la imposición de una novedad sin arraigo, sin construcción desde lo bordes, desde aquello que aún sigue vigente. Esto último sería como pensar que se puede generar significados sobre la generación espontánea, sin tener en cuenta lo que construye, sostiene, valora y cree una sociedad en un tiempo dado de su historia, sin tener en cuenta aquellos que subsiste a la degeneración de ciertas formas, y que es la base de aquello que puede surgir y la explicación de las direcciones posibles que se pueden seguir. Este es el inconveniente que encuentran los planes de intervención que creen que tratan sobre una realidad traslúcida, positiva, o que se paran en un lugar omnipotente de construcción y desarrollo del presente cultural de una sociedad.
A partir de lo dicho se propone una guía de acción, para abordar el trabajo de desarrollo de argumento - marca, a partir de la metodología semiótica. Como este trabajo no pretende cerrarse sobre espacios institucionales y, subyace en el mismo, como se explicó, el trabajo desde organizaciones humanas, esta guía puede emplearse también como método posible para conocer y explicar como se producen, interpretan y transforman, desde la generación icónico - símbolica, los diferentes sectores sociales mencionados (pensar por ejemplo en las iconografías “punk”, “skin head”, “rollinga”, por ejemplo).
¨ Procedimiento analítico
1_ Análisis del discurso icónico, indical y simbólico, o aquel resulte de sus posibles combinatorias, del grupo o sector social al que se dirije discursivamente el argumento - marca que se pretende crear y/o modificar
2_ Análisis del discurso icónico, indical y simbólico, o aquel resulte de sus posibles combinatorias, de las alternativas, formas significantes que combaten, se oponen o comparten, en términos diferenciales, valores discursivos, con el argumento - marca que se pretende crear y/o modificar
3_ Construcción de mapas contextuales para conocer las formas significantes vigentes en la sociedad y en aquellas alternativas, esas formas significantes que combaten, se oponen o comparten, en términos diferenciales, valores discursivos, con el argumento - marca que se pretende crear y/o modificar
4_ Recuperación histórica con los significados sociales que dicho grupo o sector social en estudio, ha construido o relacionado con el argumento - marca que pretende crear y/o modificar
5_ Análisis metabólico de las formas que siguen vigentes socialmente (desde el punto de vista de la sociedad y de las alternativas formas significantes) y aquellas que se encuentran agotadas (desde el punto de vista de la sociedad y de las alternativas formas significantes) en relación al argumento - marca que se pretende crear y/o modificar
6_ Explicación del por qué de la vigencia y agotamiento de ciertas formas significantes
¨ Procedimiento metodológico
1_ Desarrollo de los posibles recorridos anafóricos que pueden surgir a partir de las formas agotadas, teniendo en cuenta aquello que sobrevive a la descomposición de las mismas
2_ Selección de uno de los posibles recorridos de acuerdo a los valores discursivos que se proponen instituir (temporalmente) y aquellos sociales desde los cuales pueden aparecer, para construir el argumento - marca que pretende crear y/o modificar
3_ Desarrollar criterios semióticos sobre cuál es la construcción más adecuada para plasmar, a partir de los criterios anafóricos desarrollados y a los valores mediante los cuales se los quiere diferenciar – identificar como organización que proyecta construir el argumento - marca que se pretende crear y/o modificar. Esto es determinar los modos, la materialidad textual / discursiva, más adecuada, para enunciar el argumento – marca, en definitiva, determinar los signos cromáticos, cesías, texturas y formas que lo componen
4_ Definición final - temporal del argumento - marca
5_ Socialización enunciativa del argumento – marca
6_Evaluación de los resultados alcanzados, de acuerdo a las interpretaciones que generó el argumento – marca comunicado y a la eficacia transformadora de las nuevas semiosis que se ponen a disposición
Una aclaración necesaria. Utilizo el infinitivo crear, a pesar de versar la guía sobre un argumento - marca a modificar, puesto que, siendo coherente con todo lo que mencionado, todo trabajo de transformación implica un estadio creacional, al menos, de ciertas formas significantes.
III b)
En segundo lugar trabajaremos sobre el supuesto de una organización que debe, quiere o necesita enfrentar una situación de conflicto interno. Aquí aplico las mismas restricciones que en el caso anterior, según los términos en que empleé los verbos.
De acuerdo a este contexto, una organización presenta así frentes opuestos, en pugna. Con referencia a lo anterior, la semiótica como disciplina tiene que localizar cómo están constituidos estos grupos (pues no se puede suponer que la diferencia radica en la división laxa que establecen los organigramas entre las jerarquías y los subalternos). El modo de situarlos es viendo cómo significan el entorno, de qué manera lo hacen mundo, de acuerdo a qué semiosis. Desde esta precisión se puede explicar por qué lo hacen de este particular y no de otro. Esa explicación habilita a reconocer como están agrupados verdaderamente los sectores (pues podría suceder que ciertos grupos subalternos coincidieran con las construcciones significantes de los jerárquicos, y, quizás también, viceversa).
Desde este análisis pueden establecerse mapas conceptuales que impliquen la descripción de los grupos, sus conformaciones y los significados y significaciones que construyen, de acuerdo al modo en el cual, al hablar de la realidad-entorno, producen el mundo-enunciado y lo interpretan, configurándolo. Desde allí se hallan los puntos que se contraponen, esto es, las crisis a las que se enfrentan, o, dicho de otro modo, cuáles son las valoraciones vigentes y cuáles las formas agotadas presentes en la organización. Como dije en el caso anterior, sólo el trabajo de las formas agotadas conlleva la transformación, en otras palabras, la contradicción y/o la crisis son las consecuencias de las formas agotadas, que, asimismo, dan lugar, o le permiten la emergencia a la transformación. Cualquier otro tipo de trabajo es, insisto nuevamente, una imposición sin superación, formas que se sostienen sordas, reproducciones estériles que no hacen historia, no inscriben nuevos significados, no formulan nuevas semiosis, sólo se pronuncian una y otra vez como ecos huecos o se caen por su propia volumen, al carecer de sustento en el (los) mundo(s) – enunciado(s) vigente(s), y por lo tanto, en sus posibles desarrollos.
En lo específico del supuesto planteado, la intervención en una organización en conflicto (recuérdese que más allá del particularismo institucional, el planteo organizacional es general) presenta una problematización que complejiza un poco más el trabajo en estos ámbitos, con respecto al supuesto anterior. Aquí no se trata de un grupo que plantea su diferenciación, identificación y aceptación de ellos frente a la sociedad, cuya pugna de poder se centra en la tarea de insertar sus valorizaciones del entorno - realidad, en el (los) mundo(s)-enunciado(s) disponible(s) que lo/la definen, sino que, además, se agrega dentro de una organización en conflicto, la tensión y la lucha que se dan en torno a hacer prevalecer, a través de una determinación jerárquica o una negociación, las semiosis del mundo-enunciado de uno(s) de (de los) grupo(s) en discordia. En sí, no sólo se trata de conseguir un posicionamiento diferenciador – identificador, construyendo un espacio propio que inserte formas significantes a ser integradas y en lo posible aceptadas con éxito, sino, incluso, la cooptación de un(as) semiosis del entorno-realidad, para hacerlo mundo – enunciado, que conlleve las valorizaciones de uno de los sectores en pugna.
Esta noción es importante a rescatar pues, este pensamiento del posicionamiento del conflicto, según los términos en los que planteó las relaciones de poder Michel Foucault, permite leer adecuadamente la base del mismo. Dentro de este encuadre, reside entonces la posibiliadd de arribar a buen puerto en toda intervención de esta clase. Entonces, en estas situaciones, los procesos catofóricos, además de aquellos que se dan en el devenir del desarrollo histórico social, tiene en su causa las luchas por la preeminencia que se busca lograr. Las tensiones de los grupos son desgastantes de las formas significantes por la fuerza o contundencia del enfrentamiento.
El trabajo aquí, radica entonces, en analizar los discursos de estos sectores en contraposición, construir sus mapas contextuales, y observar cuáles son las formas vigentes y cuáles las agotadas que llevaron al conflicto. En términos generales, es decir, otra indicación sobre los procesos intuitivos sociales, se establece entonces que lo conflictos, propios de una crisis como de la que hacemos referencia, vienen dados por toda falta de credibilidad al momento de significar las fenómenos sociales y construir en mundo-enunciado el entorno-realidad. Lo que está en disputa en estos procesos de transformación, es la lucha por nombrar a un estado de cosas que ha devenido caótico, en el que las formas significantes otrora vigentes han alcanzado un deterioro tal, que ya no permiten ser pensadas como creíbles, en la asignación de diferenciaciones-identificaciones, que los mundos-enunciados disponibles les permiten a los sectores sociales en pugna. La necesidad de la transformación, en estos casos, se vuelve imperiosa, pues, en el fondo, lo que está en disputa es la misma ontología existencial de los sectores enfrentados, el cómo se especificarán dentro del contexto de redefiniciones del propio entorno – realidad, en su paso hacia su conversión aprehensible como mundo-enunciado.
Continuando con la acción de la intervención es preciso mencionar que, una vez construido los mapas contextuales discursivos mediante los cuales los grupos en pugna se configuran, o, al menos, recuperadas las semiosis mediante las cuales se configuraban, se tendría que, al igual que en el caso anteriormente analizado, como ya se dijo, determinar cuales son las formas que continúan vigentes y cuáles son aquellas agotadas, que por consideración general sería la mayoría, en términos de crisis, y no todas desde ya, porque esto sería lo mismo que precisar que se ha disuelto toca comprensión de él (los) mundo(s) - enunciado(s) disponible(s). La actividad intervencional en estos casos implica, igual que en lo anterior, establecer, desde lo deteriorado, que elementos anafóricos persisten y que posibilidades de nuevas construcciones significantes se pueden desarrollar. Dicho de otro modo, lo que se pretende en estos casos es establecer como los grupos en pugna producen e interpretan, o, producían e interpretaban el mundo-enunciado, del entorno realidad que habitaban, para dilucidar las semiosis vigentes y agotadas y trabajar desde éstas últimas, para contribuir a la construcción de las producciones interpretantes transformadoras de los nuevos mundos – enunciados que estas darán lugar, con la consecuentes rediferenciaciones y reidentificaciones de los sectores en pugna. Desde luego no se trata de negociaciones integradoras, ni mucho menos, una reproducción asceta impuesta desde las jerarquías, sino una tarea que pone en relieve, es decir, que expone como necesariamente dicho, la problematización del agotamiento de las formas significantes, que conforman las semiosis disponibles.
Lo diferencial con el caso anterior, es, además de la(s) crisis implicada(s), señalar que se necesita de nuevas producciones e interpretaciones que hagan definible, pensable y creíble, enunciativamente, el caótico entorno – realidad en el que conviven lo sujetos implicados en la organización. En sí se trata de dejar explícito frente a éstos últimos, lo inconducente de la situación actual por la falta de semiosis que hagan posible que estos grupos se reconfiguren a raíz del desgaste de las formas significantes que conformaban los mundos – enunciados disponibles en la organización. Corresponde entonces enfrentar a estos sectores en pugna a la incapacidad momentánea de representarse, diferencialmente en términos identitarios y en cuanto a los valores que construyen y sostienen, enfatizando la necesidad de transformar lo ya conocido para hacer asible, ontológicamente, ese entorno – realidad, que se ha vuelto reáceo, difuso a su captación cognoscible. Es preciso favorecer a una actividad fervientemente creativa que desarrolle nuevas disposiciones de los mundos-enunciados posibles, a partir de que aquellos que conforman la organización se ubiquen, conceptualmente, en los bordes catafórico – anafóricos que han dejado y/o permiten, las formas eclosionadas. Esto de ningún modo elimina el conflicto, que sería lo mismo que pretender hacer desaparecer la diferencia, lo cual es un absurdo, desde nuestro punto de vista, pues ella resulta constitutiva de toda identidad, y establece la posibilidad de enunciación ontológica del entorno – realidad, inaccesible si se carece de modos de representarlo.
En lo concreto, la operación que se propone es la profundización de la ineficacia de las formas significantes agotadas, radicalizar la incapacidad representativa de dichas formas, dando lugar a nuevas u otras instancias desde las cuales hacer enunciable - pensable el conflicto, y por lo tanto, esto proporcione una transformación que auspicie nuevas formas significantes capaces de asimilar y reconducir, transitoriamente, el mismo. Este proceso, incluye, a su vez, la eficacia de las formas significantes resultantes de la transformación, para construir semiosis que den lugar a un(os) mundo(s) – enunciado(s) creíbles, para la coexistencia de los grupos en pugna.
Tomando una ilustración general de lo que propongo, puede examinarse el caso de aquello que en argentina se denominó crisis de representatividad, sobre fines del año 2001 y durante todo el 2002. Considerando al estado argentino como una organización, que posee sus jerarquías, o, en todo caso, en este trabajo las delimitaremos a aquellos que ocupan transitoriamente cargos políticos en los tres podes constitucionales, y sus subalternos en la totalidad de la sociedad civil, podemos pensar aquella crisis nacional como un claro ejemplo de lo que aquí expongo.
Sin ingresar en un análisis in extenso que se nos configure como inacabable, y supere, por supuesto, los límites y fines de este trabajo, puede precisarse que expresiones como “que se vayan todos, que no quede ni uno sólo”, es la manifestación precisa de la incapacidad de las formas significantes agotadas de eso que denominamos como los modos de hacer política, de la identidad de quiénes la llevaban adelante y de las maneras en qué institucionalmente se plasmaba. Esta incapacidad es asimismo, la síntesis de que el (los) mundo(s) – enunciado(s) disponible(s), en su generalidad, resultan ya no pensables como creíbles, para continuar otorgando ontología al entorno – realidad caótico. Esta misma incapacidad o desarraigo a causa de las formas desgastadas encontró en lo político la expresión indicial de las cinco renuncias consecutivas al cargo de la primera magistratura nacional. Esto demuestra claramente el desgaste extremo de las semiosis hasta entonces conocidas y desarrolladas, como siempre, en gran parte, pero no en su totalidad.
En los bordes anafóricos se produjeron entonces las transformaciones. En la sociedad civil también, indicialmente, por el desgaste en la credibilidad de las formas simbólicas, devenido de la desconfianza básicamente de parte de los sectores políticos, emergencias comportamentales fueron el direccionamiento hallado para las interpretaciones transformadoras que construyeron los nuevos enunciados - mundos posibles y creíbles de la vida social Argentina. Aquellas formas que se había desgastado eran las que reverenciaban al modo de relación entre la política institucional democrática y la sociedad civil. En este desgate que mostraba una disociación entre ambos sectores, la sociedad civil se comprendió desoída por la política institucional democrática, de ahí el “que se vayan todos…”, del 19 y 20 de Diciembre de 2001. En este estallido radicaba la transformación.
Si la democracia representativa había fracasado y resultaba insatisfactoria como forma significante, creíble y pensable, si la sociedad civil se comprendía excluida del planteo político democrático institucional, si el voto y sus expresiones partidarias resultaban catafóricamente inviables, si los modos de expresión simbólicos de la opinión pública ya no alcanzaban por desgastados, entonces la sociedad civil transformó su modo de manifestación y participación política, de las maneras más indirectas, por el voto y los sondeos opinión pública, a métodos más directos, como los piquetes o cortes de ruta, toma de fábricas, movilizaiciones sectoriales, ocupación de calles, etc.
Resumiendo: lo agotado, y por tanto, situado en estado crítico, fue el modo en que se había desarrollado la representatividad institucional democrática, formulada en esa frase constitucional de “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución…” (Constitución nacional argentina, artículo 22). Lo que quedaba librado a la anaforesis transformadora era la construcción del bien común que teoriza un sistema democrático. La pugna se centraba en el modo de reconstruir el concepto de bien común y de la égida de la voluntad popular democrática, junto a los establecimientos para articular los modos que estas valorizaciones encontraban enunciación en las reconstrucción del (de los) mundo(s) pensable(s) válido(s) sobre el entorno-realidad nacional argentina.
El sistema democrático, como forma significante de la organización política aceptada como válida, permanecía, subsistía a la cataforesis de la representación indirecta. De hecho, en el ya épico “que se vayan todos…”, se denota claramente como un cuestionamiento a aquellos que encarnan dicha representatividad, a lo usos que frente a la voluntad popular democrática esta representatividad se imponía; en sí, el cuestionamiento era, a la manera de gobernar. Sin embargo no había un reproche al sistema, es decir, la frase, por tomar una emergencia de lo efectivamente dicho en aquel momento, no recitaba, al menos mayoritariamente, que se derrumbe el sistema. Incluso se oían voces de renovación política, de los sectores que ocupaban los espacios electivos – dirigenciales.
De allí partió las transformación social enunciada en los nuevos modos de expresión social, que llevó a que, los sectores políticos también transformasen ciertas experiencia gubernamentales, como el trato de los derechos humanos, la administración económica de la inversión pública, el discurso frente a la redefinición del estado de bienestar, etc.
Como se denota, el conflicto no desapareció, no se resolvió con un armisticio, ni algún tipo de pacto social, sino que se construyeron manifestaciones, en ambos sectores, que permitieran otros modos de re-enunciarlo, re-pensarlo, re-articularlo, y, desde estas instancias, actuar sobre él, para encontrarle salidas (siempre temporales, esto es, hasta que estas formas también se desgasten), en esa reconfiguración del (de los) mundo(s) – enunciado(s) válido(s). Este re-ordenamiento es la ejecución de un volver a presentar el mundo, al enunciarlo desde otras construcciones cognoscitivas, que hacen posible nuevos modos de pensarse y percibirse en el entorno - realidad circundante. Estas nuevas construcciones cognoscitivas son las que hacen posible avanzar sobre el conflicto, hallarle salidas y, por lo tanto, plasmar las acciones a seguir.
De acuerdo a lo dicho e ilustrado podemos proponer entonces una segunda posible guía para intervenir en esta clase de situaciones, para abordar los trabajos de conflictos internos de la organización con metodología semiótica (aquí corren los mismos reparos que en el caso anterior):
¨ Procedimiento analítico
1_ Análisis del discurso icónico, indical y simbólico, o aquel resulte de sus posibles combinatorias, de los sujetos y grupos que componen la organización
2_ Construcción de mapas contextuales para conocer las formaciones discursivas, que delimiten los sectores en pugna, dentro de la organización en conflicto
3_ Análisis metabólico de las formas que siguen vigentes en la vida organizacional y aquellas que se encuentran agotadas, aquellas fuentes del conflicto
¨ Procedimiento metodológico creacional
1_ Radicalización: explicación a los sectores en pugna la irreductibilidad del conflicto y las diferencias
2_ Emergencia: generación de espacios para la reflexión anafórica que permita enunciar formas significantes eficaces para re-pensar el conflicto. Se sugiere un trabajo con los diferentes sectores sociales que integran la organización, a partir de cuestionarios retóricos (a modo de significante vacío lacaniano) que permitan suscitar interpretaciones transformadoras
3_ Reconfiguración Cognitiva: Es el plano en el que se re-enuncia el mundo, se lo vuelve a presentar a partir de los direccionamientos anafóricos constituidos por las interpretaciones transformadoras surgidas en la etapa anterior. El conflicto se reencauza desde estos nuevos enunciado(s) - mundo(s), que construyen renovados modos cognitivos de diferenciación e identificación de los sectores en pugna
¨ Procedimiento metodológico operacional
1_ Teniendo en cuenta los nuevos mapas discursivo - cognitivos de la organización, manifestado en las interpretaciones transformadoras desde las cuales se comenzaron a re-constituir los grupos en pugna, analizar los productos institucionales que resultan como la materialización la transformación ocurrida en la organización en el plano cognitivo
2_ Establecer los criterios semióticos para construir dichos productos, entendiendo a los mismo como la expresión de los valores trasformados de la organización
3_ Concreción de estos productos mencionados
4_Evaluación de los resultados alcanzados, de acuerdo a la eficacia transformadora de las nuevas semiosis que se constituyeron válidas y lo asimismo eficaz de los productos generados a raíz de las nuevas formas significantes
Hasta aquí entonces la propuesta que he construido. Su validez se explica por la búsqueda de escudriñar instancias que poseen recorridos teóricos y metodológicos propios, pero que aún no habían sido abarcados por la semiótica como método de análisis y/o de transformación, cuando menos desde las particularidades que se proponen en estas líneas. De ahora en adelante, entonces, no se marca un cierre, sino más bien la apertura y multiplicación de interpretantes que generen nuevas enunciaciones de un fenómeno que también es presente y carencia, como la intervención organizacional, pero que asimismo, nos brinda una herramienta de comprensión global de los complejos procesos sociales de atribución, sustitución y superación de las semiosis que le son propias, por lo cual, avanzar en sus direcciones, ya sea insatisfacciones discursivas y/o modificaciones creativas, en sí, por las transformaciones que ocurran, implica, indiscutiblemente, un recorrido que transcurre en un enriquecimiento mutuo, en términos de comprensión y explicación.
Bibliografía:
CAIVANO, JOSÉ LUIS. Semiótica, Cognición y comunicación visual: los signos básicos que construyen lo visible, en http://www.fadu.uba.ar
FOUCAULT, MICHEL. El Sujeto y el poder, en http://www.artnovela.com.ar
FOUCAULT, MICHEL. La Arqueología del saber, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2001
LACLAU, ERNESTO. Sujeto de la política, política del sujeto, en http://www.nobrefalso.com.ar
MAGARIÑOS DE MORENTIN, Juan, La semiótica de los bordes en http://www.centro-de-semiotica.com.ar
MAGARIÑOS DE MORENTIN, Juan, La humanidad, la facultad semiótica y la historia del entorno, en http://www.magarinos.com.ar
MATURANA, HUMBERTO Y VARELA, FRANCISCO. El árbol del conocimiento, las bases biológicas del conocimiento humano, Lumen, Buenos Aires
URANGA, WASHINGTON Y BRUNO, DANIELA, Formación académica e imaginarios profesionales del comunicador y del planificador de procesos comunicacionales, en http://comunitariaeinstitucionalcomunicacion.blogspot.com
ANEXO Conceptual
En este trabajo la operatividad del concepto de metabolismo para explicar el modo en que son transformadas las formas significantes, funciona metafóricamente, pero reforzándose expositiva al respetar el concepto biológico del mismo, que incluye tomar de éste las definiciones de los procesos anabólicos y catabólicos.
En este sentido es preciso manifestar que El metabolismo tiene dos propósitos fundamentales: la generación de energía para poder realizar funciones vitales para el organismo y la síntesis de moléculas biológicas. Para conseguirlo, el metabolismo consiste en dos procesos diferenciados que no son exclusivos, el anabolismo y el catabolismo. Los procesos anabólicos son los que por regla general requieren el aporte de energía mientras que los procesos catabólicos son los procesos que aportan energía.
El catabolismo es la degradación oxidativa de moléculas nutrientes complejas (carbohidratos, lípidos, proteínas) obtenida del ambiente o de las reservas celulares. La rotura de estas moléculas en el metabolismo resulta en la formación de moléculas más sencillas tales como el lactato, el etanol, el CO2, la urea, el amoniaco, etc. Las reacciones catabólicas son normalmente exoergónicas y normalmente la energía liberada se recoge en forma de ATP. Ya que también es oxidación, otros tipos de moléculas donde se conserva la energía son moléculas reducidas, es decir, NADH o NADPH. Estas moléculas tienen dos funciones distintas. Mientras que el NAD+ participa en reacciones catabólicas, el NADP+ participa en reacciones anabólicas. La energía del NADH está acoplada a la formación de ATP en células aeróbicas, mientras que el NADPH es la fuente de poder reductor para las reacciones biosintéticas.
El anabolismo es un proceso sintético en el que las biomoléculas son ensambladas a partir de sus precursores. Tales biosíntesis envuelven la formación de enlaces de tipo covalente y por lo tanto se necesita energía para poder realizar este tipo de biosíntesis. Esta energía proviene del ATP formado durante el catabolismo. A pesar de sus papeles divergentes, el anabolismo y el catabolismo comparten muchos intermediarios entre ellos.
De esta manera, es decir, conservando, en términos de funcionamiento, las definiciones conceptuales de tales procesos, es como debe comprenderse la lectura de las etapas anabólicas y catabólicas en la transformación y formación de significados sociales, según los he trabajado aquí.
Fuente: http://fbio.uh.cu/metabol/Conceptos_basicos.htm. Facultad de Biología, Universidad de La Habana